Capítulo Dos : Desequilibrios (mentales)

lunes, 28 de septiembre de 2009

"Los locos son aquellos que abrazan la otra realidad, aquella que ustedes no se animan a tocar."

Franco Vega

-¿Muertos?

-Así es.


Ahora no tenía idea qué hacer. El pobre Aidan (si ese era su nombre) aparte de secuestrador estaba loco, y evidentemente, si yo salía corriendo, no podría llegar muy lejos hasta toparme con el mar.

-¿No me crees?-preguntó esbozando una semi-sonrisa y alzando una ceja.

Por supuesto que no! ¿ me creerías si te digo que tengo ochenta años?- solté con un intento de tono amenazador -¿No, verdad?

-Por supuesto que no, April. Por que cumpliste 17 hoy.

-Entonces además, eres un psicópata. ¡Cuando mis padres se enteren van a…mi padre es un alto ejecutivo de esta zona y si algo llegara a sucederme, toda la policía del estado te buscaría!

-Eso no es verdad-dijo riendo y provocando de súbito, la sensación de que él mismo me conocía mejor que nadie- Tu padre es chef del Holiday Inn Hotel. Mira, si me esperas aquí

-¡NO!-grité ya algo sobrepasada de que me tratara tan cordialmente, siendo que de un minuto a otro me encerraría en el faro que teníamos al lado como único testigo de mi triste y trágico destino. Salí corriendo sin pensarlo, y sin darle tiempo para nada más que un torpe intento por tomarme el brazo.

Aidan fue incapaz de atraparme, pero no pude evitar detenerme en seco cuando la enorme puerta de madera del faro se abrió de golpe, y a través de ella salió una mujer de piel oscura como la noche y de impactante hermosura.

-¿Por qué tanto alboroto, eh?-Peguntó al aire, y con evidente molestia- ¿Y ?

A pesar de la desazón de sus palabras, no pude evitar imaginarla como mi salvadora. Era altísima, con voz pastosa y la elegancia le brotaba por los poros. Posó su mirada sobre Aidan, quien evidentemente se asustó con su sola presencia.

-Es mi Viajera. Y además, es como yo- comentó Aidan, y le cerró un ojo, derribando la pequeña muralla de confianza en aquella mujer que había naciendo en mi interior

- ¿Estás seguro? Alonso, una cosa es que haya llegado hasta aquí, y otra muy distinta es que sea Mentalista como

Aidan se molestó, obviamente. Se tomó la cabeza con ambas manos, y miró al cielo.

-¿Es tanto lo que desconfías de que ni siquiera crees en lo que misma me enseñaste?-preguntó caminando hacia la mujer. Quedaron frente a frente, y parecía que ninguno de los dos estaba dispuesto a pestañar antes que su adversario.-Keyshaella recuerda su nombre, y algunas otras cosas

Por supuesto que recuerdo mi nombre, idiota!-grité sin poder contenerme más. Me molestaba de sobremanera que la gente me ignorase siendo que estaba a menos de veinte pasos de distancia-¿O es que me diste alguna droga…?

La mujer sonrió y desvió los ojos de Aidan o Alonso, como ella le había llamado.

-Dices más estupideces que él cuando llegó-me dijo intentando sonreír cortésmente mientras caminaba distinguidamente hacia mi. Asintió con la cabeza por todo saludo- Keysha Burke. Y mi nombre de aquí, también es Keysha…me parece que es bastante original para cambiarlo.

-Abigail Crowley. Y mi nombre en todas partes es ese

-No, aquí serás April…-intervino Aidan, quien se había cruzado de brazos y apoyado en el marco de la puerta.

Keysha le miró sin preocuparse por disimular su disgusto, luego volvió a mirarme y sonreír, con la misma sonrisa enigmática que Aidan emitía con frecuencia.

-¿Qué más recuerdas, Abigail?-preguntó con tono maternal. Me había llamado por mi nombre, eso ya era indicio de algo, quizás, esta mujer si me ayudaría después de todo.

-Recuerdo que mi nombre es Abigail y jamás en la vida alguien me ha llamado April. Mi madre me puso así porque su mejor amiga tenía ese nombre. Vivo en Coast Gardens, a cinco minutos del centro de Daytona Beach, Florida. Mi dirección es Templeton Road, casa 259…

-¿Cuántos años tienes?-interrumpió sin antes dar un chasquido con la lengua.

-17…los cumplí hoy, y…

-Con razón estas tan confundida y haces suposiciones tan tontas- dijo Keysha otra vez sin molestarse en parecer agradable. Se giró con los brazos en jarra y miró a Aidan- ¿Qué apuro había en traerla aquí tan joven? ¿Ya te aburriste de ?

Aidan sonrió.

-En absoluto. Es sólo que sentí que era oportuna hacerlo…y ya.

- y tus suposiciones, Gabarri-reprobó Keysha- Mira niña. Alonso no te ha mentido, ni está loco o drogado. Tampoco es un secuestrador ni nada parecidobueno, no en teoría.

-¿Puedes dejarme a hacer todo esto? Estuviste enseñándome todo esto durante meses y ahora te me adelantas y haces todo el trabajo

Por alguna razón, Aidan-Alonso pareció suplicar a Keysha, y ésta me miró comprensivamente. ¿Era así como se comportaban los secuestradores? ¿En qué minuto comenzarían a gritarme y hacer una llamada a mis padres por una suculenta suma de dinero a cambio de mi vida?

- ya tuviste tu oportunidad…Mira niña, la verdad es lo que te dijo él. Estás muerta, al igual que todos nosotros-sentenció la mujer que por un minuto me había parecido cuerda y que ahora, definitivamente, podía meter en el mismo saco que al desequilibrado de Aidan.

¿Qué es lo más lógico en una situación así? Mi madre siempre me había dicho lo típico: cruza la calle con luz verde, no hables con extraños y en las fiestas no aceptes ninguna bebida que esté abierta. Pero,¿Qué se supone que haces cuando un par de chiflados te secuestra? No parecían tener males intenciones, sin embrago, estaba segura de que era cosa de segundos para que comenzaran a actuar de manera extraña. Lo único que tenía totalmente claro, era que mis padres podrían estar en este preciso instante hablando con algún oficial de policía o buscándome por toda la playa…La playa, ¡Travis! Él tuvo que haber visto todo y…no hizo nada. O quizás también le habían hecho algo. En una de esas, el rescate se lo pedía a él y no a mis padres, pero ¿Cómo harían para encontrarlo? ¡Diablos! Hace menos de un minuto que acababa de darle mi dirección completa a Keysha… ¿Y si habían más locos escondidos en el faro? Definitivamente, era pésima reaccionando en situaciones así, y mis nervios tampoco ayudaban muchos. ¿Qué habría hecho Hailey en mi lugar? Cada vez que la Señora Jenkins quiere llevarme ala oficina del director por algún motivo, sólo le sigo el juego admitiendo la pésima alumna que soy. Así, me evito muchas sanciones

Eso era, había que seguir el juego, y después, con más calma y en conocimiento de mi situación, ver cómo salvar mi vida.

-¿Estás bien?-preguntó Aidan sacándome del ensimismamiento.

-, pero hay algo que no entiendo. Si estamos muertos… ¿Por qué parecemos tan vivos?-pregunté torpemente.

- ¿Qué esperabas? ¿Que camináramos sobre las nubes, con un par de alitas cada uno y que Alonso tocara el arpa mientras San Pedro te busca en su lista?-ironizó Keysha. Para estar así de loca, parecía en óptimas condiciones cada vez que hablaba y con ello, soltaba alguna pesadez.

-No, pero… ¿Por qué le llamas Alonso si él dice que su nombre es Aidan?

-Porque ese es mi nombre de vivo, por así decirlo. Alonso Gabarri.-contestó mecánicamente Aidan.- Y Keysha, quien fue la encargada de trasladarme del otro mundo a éste, me bautizó como Aidan.

-Ahhh, ya veo. Y por eso me cambiaste el nombre de Abigail a April. Hummbueno, supongo que es lindo ¿no? – dije a Aidan con fingido y repentino entendimiento, que el por supuesto, no detectó.

-Que bueno que ya estés integrándote, niña. Pensé que te llevaría un poco más. Alonso, explícale todo antes del almuerzo, ¿bueno?-sugirió o más bien, ordenó Keysha caminando hacia la puerta y sin voltear-Luego te presento al resto del grupo. Suerte.

Y dicho esto, cerró de golpe la enorme puerta, provocando que una que otra flor de la enredadera terminara en el suelo.

-Te acostumbrarás. Tiene su genio, pero en el fondo es un verdadero ángel-soltó al aire Aidan mirando aún la puerta cerrada-Buenomejor comienzo a explicarte todo.

-, pero antes ¿Responderías una pregunta?

-La que quieras- respondió al tiempo quien señalaba con la mano una banca de madera muy gastada para que ambos nos sentáramos. Supuse que no había nada extraño en eso, por lo que decidí continuar con el jueguito de los muertos sentada cómodamente…o al menos sentada, para aliviar un poco el dolor de mi cadera.

-Si estamos muertos… ¿Para qué almorzamos?

Aidan sonrió forzadamente.

-Pensé que preguntarías algo más sustancial. Te imaginaba más…despierta. Como eras con tus amigos o en la misma escuela-confesó mirándome algo desilusionado, cosa que no logró evitar que por mi cabeza pasaran ciertas situaciones en el que él me vigilaba detrás de un árbol camino a casa, o en los pasillos de la escuela.

- ¿Es que ya me habías visto antes?-pregunté como quien no quiere la cosa, pues tampoco era la idea de que el pobre se desequilibrara y comenzara a gritar, estropeando mi plan por completo.

-Pos supuesto. Te sorprenderías el tiempo que llevo cerca de ti.-dijo sonriendo una vez más, pero esta vez, mirándome y con una sonrisa algo maléfica, que me hizo posar la vista en las piedrecillas del suelo.-Lo que nunca pensé, fue que ibas a ser Mentalista, como yo…

-¿Qué es eso de Mentalista?-pregunté una vez más

-Los muertos que son capaces de tener lazos mentales, ya sea recuerdos nítidos o leves, con nuestra vida terrenal. Por ejemplo aquí, soy como el “álbum de vida” de Keysha y los demás.

Me sorprendía por completo con la tranquilidad que Aidan hablaba, cada palabra y cada pausa que emitía, le daban más y más credibilidad a su relato. De no haber sido un desquiciado mental, habría sido una excelente compañía para dar un paseo por la playa o algo parecido.

Estaba decidida a comenzar a desviar la conversación hacia un punto que me favoreciera, cuando la enorme puerta de madera volvió a abrirse. Esta vez, no salió Keysha, sino que un hombre de figura espigada, ojos pequeños y marrones, al igual que el divertido bigote que llevaba. Había algo en él…lo había visto en otra parte.

-Aidan, Keysha pregunta si es que están listos para entrar ya- consultó el alegre hombrecillo- Hola, linda. Es un agrado tenerte por fin con nosotros, Aidan te esperaba con ansias…

-Hola…-me limité a decir, ya que no se me ocurrió nada más coherente que inventar. Ya era mucho tratar de comportarme como si nada pasara con Aidan, y si se les ocurría hacerme entrar a ese faro con más gente mentalmente inestable, no sabía cuánto podría aguantar. Este hombre…yo lo he visto en alguna parte, su cara…

-¡Usted! ¡Usted es Grigori…no recuerdo su apellido! Usted y su esposa desaparecieron en Nueva York hace años, pero sólo hace un par de días sus cuerpos fueron encontrados en… Sus cuerpos fueron encontrados en la autopista, ambos sin vida…

No podía estar pasando. Recordaba perfectamente su cara, la de él y su esposa, en el noticiario de las once. Mi madre estaba viéndolo mientras Peter y yo terminábamos un ensayo para el día siguiente. Mi madre había hecho un comentario sobre lo mal que se trataba a los extranjeros en los Estados Unidos, y Peter se había limitado a hacer un comentario sobre la mujer de Grigori, quien le recordaba a su madre. No había duda, era él, y sí…estaba muerto.

-¿Grigori? Ah, sí! Mi nombre en vida, wow! Hace años que nadie me llamaba así-comentó entre risitas-Llámame Chad Kovzky ¿Entiendes? Como Tchaivovsky, pero más simplificado… ¿Qué pasa?

-April, ¿Qué haces? Estás… ¿Estás llorando?-preguntó Aidan, pero su voz parecía tan lejana, casi como un eco imaginario en mi cabeza. Yo no estaba loca, y la cara y rasgos de ese hombre eran inconfundibles, y no se habían borrado de mi mente. Era él.

No podía ser cierto…ninguna de las posibilidades sobre lo que estaba pasando era suficientemente buena, como para provocar en mi una reacción distinta a ponerme a llorar de confusión. Por supuesto que estaba llorando, que pregunta más idiota era la que hacía Aidan. ¿Qué era mejor? Alternativa A.: Aceptar que la locura sí se pegaba, y yo sin lugar a dudas, ya me había contagiado. Alternativa B: No estaba loca, pero sí tenía una especie de poder extraordinario que me permitía hablar con los muertos. O, alternativa C: Estaba tan muerta como ellos… ¿Por qué no existía la Alternativa D?

O quizás sí, y justo esa era la que estaba aconteciendo en ese instante. Aidan, sin consultarlo, sin previo aviso, me había tomado y abrazado con todas sus fuerzas. Era un abrazo inútil, carente de calor y a mi parecer, sin emoción alguna. Sólo se limitó a decir una frasea mi oído: Aún puedes llorar…aún tienes vida en ti.